Marathon del Aneto. DNF.


¿Cómo comenzar la crónica de una carrera en la que el desenlace ha sido un abandono? Complicado y difícil de explicar cuando has preparado bien la carrera, has entrenado bien y llegas con la moral muy alta, convencido de que lo vas a hacer bien. Expliquémoslo pues desde el principio.

Primer error: tomar leche en el desayuno. Nunca lo hago antes de una carrera, pero bueno, eran las nueve de la mañana y hasta las 14h no empezábamos a correr. Se supone que tiempo suficiente para haber hecho la digestión. Mal, muy mal. Joder, a veces parecemos nuevos. 

Segundo error: seguramente desayunar unos huevos revueltos con chorizo no sea lo más adecuado. Pero vuelvo a lo de antes, con cinco horas por delante ¿por qué no permitirse meter al cuerpo lo que le apetece? Pues está claro porqué no. 

Tercer error: las camisetas que habitualmente utilizo en competición tienen un pequeño inconveniente, que es que no transpiran del todo, y enseguida se empapan de sudor tardando muchísimo tiempo en secar. Normalmente corro con una camiseta interior compresora debajo, para que me haga de pantalla. El sábado, con la temperatura que teníamos obvié la interior, no la creía necesaria ni por temperatura ni porque tampoco pensaba estar un porrón de horas por el monte.


A pesar de llegar a Benasque casi a las 23h del viernes, dormí perfectamente y descansé muy bien. Ultimamente me he quitado esos nervios precarrera y duermo de un tirón. El desayuno, abundante en previsión de lo que nos esperaba con las dos licencias que os he comentado antes, no me sentó mal de primeras aunque al rato sí no té algo de mala gana. Tampoco le di mayor importancia. Recogida del dorsal, con muy larga espera incluida. Creo que esto es algo que deben corregir. Al igual que el año pasado es algo caótico, largo y estresante. Pienso que debería plantearse realizar la entrega de dorsales a partir del viernes, se adelantaría mucho tiempo y nos ahorraríamos muchos nervios. Colocación de dorsal, vestimenta para la guerra, material encajado en la mochila y a esperar la hora de salir.

Apuramos para entrar al corral. Esta vez no revisan el material y entramos sin esperas. Antonio se queda a mitad de pelotón y yo me coloco por delante, junto con Luis, para salir rápidos y ahorrarnos los tapones del principio. Muy concentrado, me pongo la música en el Ipod a tope y me siento tranquilamente a esperar los diez minutos que faltan para la salida. Ya en pie, justo un minuto antes de salir, y ajustándome la mochila, me quedo en la mano con el cordón que sujeta uno de los tirantes de la Salomon. La bolsa de descompensa y aguanta todo el peso sobre el hombro izquierdo y los ajustes delanteros. No he salido todavía y ya empezamos mal. Intento olvidarlo, resulta incómodo pero tampoco es algo que vaya a impedir correr. Sólo es cuestión de acostumbrarse a la descompensación del peso…

Cohete de salida, el grupo se estira y abandonamos Benasque en el pelotón delantero. Me junto con Luis y poco a poco vamos escalando posiciones por el camino paralelo a la carretera hasta llegar al tramo de pista que sube a la presa dentro de, calculo, las veinticinco primeras unidades. Los kilómetros caen rápidos, a 5’ aprox. Quizás demasiado rápido, pero me siento muy bien. La carrera me la había planteado para salir a tope desde el principio, sin guardarme nada, y así lo estoy haciendo. Pico en el primer CP, k6, suave descenso hasta el camping con el público animando como el año pasado y sigo adelantando corredores. Una pequeña duda en un cruce y la pista ahora empieza a picar hacia arriba dirección Baños de Benasque. Me tomo el primer gel para coger con fuerzas el primer tramo de piedra suelta, que salvo sin dificultad y llego al tramo de carretera que sube a Baños y al CP2.



Aquí las cosas comienza a funcionar mal. Noto frío y malestar en la tripa. La camiseta la llevo empapada, me toco el estómago y está helado. Mala gana y tengo que parar a vomitar. Fatal. Echo el desayuno entero prácticamente sin digerir. Parece que noto algo de mejoría y sigo para arriba, llegando al CP2 k10,5 más o menos entero en 1h08’, pero con la tripa dura e hinchada. Pedrera hacia arriba, china chana las piernas van bien pero el estómago no. Tramo de sendero con raíces entre bosques donde paro a vomitar dos veces más. La segunda sólo arcadas porque ya no me debe quedar nada dentro. Para colmo de males, antes de bajar hacia los Llanos del Hospital tengo que volver a parar pero no a vomitar, sino a lo “otro” con bastante descomposición. A la vez, empiezan los sudores fríos. Empiezo a barajar la idea de quedarme en el CP3, pero en el descenso me recupero algo. Me animo a mi mismo a seguir. Intento convencerme de transformar este día en un entrenamiento de sufrimiento, de acostumbrar al cuerpo al límite para cuando vengan mal dadas, y en esas sigo cuando pico la pulsera en el CP3. Es el kilómetro 14 y llevo 1h39’ de carrera.

Lo más curioso de todo es que, a pesar de todas las penalidades, el año pasado aquí mismo sólo llevaba un minuto menos. Creo que por los Llanos me puedo recuperar. Tomo el segundo Powergel e intento poner un trote, que solo puedo mantener unos cientos de metros hasta que de nuevo tengo que parar a vomitar. Miro hacia delante, hacia el camino a la Picada. Y miro hacia atrás, hacia el control que he dejado quinientos metros a lo lejos. Y de nuevo tiro hacia delante. Por aquí esta Ramón, fotito de rigor y ánimos. Llego al último punto donde coger agua antes de afrontar el ascenso final. Baja helada y me sabe a gloria. No sé si me bebo casi un litro de trago. 10’de reloj parado, refrescándome. Bueno, parece que otra vez la cosa mejora. ¿Qué hacemos? Pues seguir, por cojones. Venga, hacia arriba, que me acuerdo del año pasado que antes de las zetas hay dos kilómetros de llaneo por el valle.



Pero no, tampoco. Ya no vomito, pero la tripa sigue fría y empiezo a marearme. Obviamente, ya no puedo ni correr. Ando, me paro, ando, paro, respiro hondo, paro… así hasta justo la base del puerto de la Picada. Llego me paro,miro hacia arriba y pienso si seguir o no… Y venga, empiezo el ascenso, que sólo aguanto doscientos metros. Sudo bastante y tengo bastante frío. Luego me comentaría Antonio que cuando me crucé con él tenía la cara completamente blanca. Y aquí, después de 19 Kms y 2h38’ desde que se dio la salida en Benasque, me quitó el dorsal 748 del pantalón. Lo doblo, lo guardo en el bolsillo y empiezo el camino de regreso hasta el CP3, donde certifico mi abandono.

No hay comentarios:

Publicar un comentario