12 Horas de Pinto | Race report | Nunca volveré a mirar igual a los hámsters pero no es imposible que repita |


Que las pruebas de doce o veinticuatro horas eran diferentes, además de que es una afirmación de perogrullo, es algo que todas las personas que han participado en alguna de ellas me habían dicho. Que correr en un circuito, sea de la longitud que sea, no tiene nada que ver con una carrera en línea, también. Lo que no sabía es que iba a ser tan divertido y que, desde luego, iba a terminar tan perjudicado. Afortunadamente no había que llegar a ninguna meta, tan sólo dejar que las manecillas del reloj avanzaran.

La primera edición de las 24 Horas en Punto, con categorías también en 12 Horas y 6 Horas, se organizaba en la localidad madrileña de Pinto impulsada por un grupo de locales aficionados al ultrafondo agrupados en la asociación Pinto Turismo. Un circuito de dos kilómetros de longitud, teóricamente llano, en el Parque Juan Carlos I era el escenario. Más de cincuenta participantes, los protagonistas.


Una prueba por tiempo en circuito es diferente, también, en el aspecto del material. El día anterior no tienes que preparar la mochila, ni revisar el material obligatorio, ni meter cosas en la bolsa de vida que irá a un punto intermedia. Nada de todo eso es necesario. Tan sólo hace falta una gran bolsa de deporte y meter en ella todo lo que creas que puedes necesitas durante 12 horas. Sencillo.
 
Haciendo honor a su nombre a mediodía en punto comenzaron las 24 Horas en Punto de Pinto, 12 Horas para mi, sin ninguna estrategia predefinida salvo la de acumular kilómetros con el menor esfuerzo posible. La idea era, durante el mayor tiempo posible, rondar los 10 kilómetros a la hora. Una primera vuelta al circuito fue suficiente para ver que eso sería bastante difícil. 


¿Por qué? Porque el circuito de llano tenía más bien poco, con una subida pronunciada en su comienzo, un descenso brusco en ese para dejar paso a unos seiscientos metros de llano que desembocaban en una suave pendiente (alrededor de un 2% positivo) durante otros quinientos metros que desembocaban en otro medio kilómetro aproximado hasta la zona de meta. Por que del recorrido aproximadamente un 30% era asfalto y el resto zona de tierra de camino de parque, en absoluto adecuado para mis Altra Lone Peak 2.5. Y porque predominaban sobre todo los giros a la izquierda que, después de bastantes horas de carrera, hicieron que me dolieran cosas que no me habían dolido nunca. 
 
Las dos primeras horas se pasaron volando, picando los 20 Kms algo incluso por debajo. El tiempo acompañaba y la compañía en las vueltas también. Sí es cierto que desde el primer momento comencé a contar kilómetros y no vueltas, lo que no sé si es un acierto o un error. Entre la segunda y la cuarta hora el ritmo decrece pero consigo seguir corriendo todo el tiempo y pararme lo mínimo en la zona de avituallamiento. El recorrido es entretenido, no se hace pesado y las cuatro primeras horas pasan bastante rápidas. El primer objetivo es llegar hasta las seis, para comenzar a restar y ver las cosas de otra manera. Pico las 5 horas con 44 Kms y comienzo una fase de bajón que me durará unas cuantas mas. A todo esto, el Spartan marca ya 625 metros positivos... Tantas horas de bajón como tres, hasta llegar a las ocho, en las que recorrí 10 kilómetros. Y es que cada paso por meta era una invitación a sentarme, comer, beber, descansar y masajearme las piernas. Incluida una lata de cerveza con David en una parada de no menos de 15'.


Muchas veces en una carrera uno no sabe dónde está la tecla en el cuerpo que hace que pases de vivir en la más absoluta de las miserias a subir al cielo. Puede ser porque suena en el Ipod esa canción que te trae buenos recuerdos o porque inconscientemente tu mente sabe que queda menos para el final, las piernas empiezan a funcionar. En mi caso esto sucedió a partir de las ocho. Y aunque desde luego no estaba para tirar cohetes, por lo menos sí que comencé a encadenar vueltas. Primero de dos en dos más descanso y después de tres en tres. Por supuesto con los correspondientes descansos una vez finalido el ciclo. De esta forma conseguir brincar las 10 horas con 70 Kms y dos por delante para, por lo menos, salvar los bártulos y llegar a ochenta.

Con la noche como compañera y unas cuantas capas encima, la temperatura había bajado, comienzo el arreón final sabiendo que ya está hecho y que lo único que falta es saber si la cifra será redonda o no. La medianoche llega con 80 Kms bajo el brazo. Una cifra que no está mal pero que tampoco me deja contento del todo. Los 80 eran los kilómetros que me dejaban satisfecho pero en el fondo el objetivo era llegar a los 90 e intentar los 100.   

 
La primera experiencia en una prueba por horas ha sido muy positiva. Tanto que no me esperaba disfrutar, sufriendo, tanto. No se me hicieron pesadas las vueltas, cada paso por meta era una fiesta y el ambiente entre los corredores era completamente diferente a nada que hubiera hecho antes. Todo ello no quita que cometiera unos cuantos errores infantiles como el llevar unas zapatillas de trail para una carrera que discurre por un parque con una tercera parte de asfalto, no contar con otro par de recambio o haber tenido en cuenta la ropa de abrigo para las paradas cuando el sol se ocultó. 

Primera experiencia y puede que no sea la última.

Mención aparte merece la Organización de estas 24 Horas en Punto de Pinto. Está claro que cuando algo se organiza con pasión y con ganas todo es más fácil. Enchorabuena a tod@s y cada un@.






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