¿Síntomas de agotamiento en el trail? El caso del maratón Alpino Madrileño.


El pasado 11 de junio se disputó una nueva edición del Maratón Alpino Madrileño. La prueba, una de las de más solera del calendario nacional y organizada por el club Tierra Trágame fue un año más un éxito de participación y organización. Sin embargo, un pequeño detalle hizo esta edición diferente.

Al principio de su andadura las inscripciones para el Maratón Alpino Madrileño eran presenciales. Se formaban largas colas y, al final de la mañana del día de la apertura, se completaban los dorsales. Llegaron las nuevas tecnologías, los tiempos de internet y las inscripciones on line y los dorsales seguían agotándose en una mañana, incluso con los servidores sobrepasados algún año. Sin embargo, en 2017, la semana anterior a la carrera todavía había plazas disponibles.

El Maratón Alpino Madrileño es, en mi opinión, una de las mejores pruebas de montaña de España muy por encima de otras tremendamente sobrevaloradas. Un recorrido espectacular y una organización impecable que hace su trabajo con la pasión de los que comenzaron en esto han hecho del MAM una de las carreras por montaña más querida. Y, a pesar de todo, los dorsales en 2017 tardaron en agotarse. ¿Las causas? En bruto, muchas. Ciertas, difícil de saber.

Indudablemente el primer pensamiento lleva al del agotamiento del modelo. La proliferación de carreras por montaña cada fin de semana ha hecho que la oferta sea mucho mayor y que el corredor tenga donde elegir. Ser una de las carreras pioneras, con más de veinte ediciones, más que jugar a su favor es un factor que penaliza al MAM. Del mismo modo, no sólo son las pruebas en las mismas fechas las que penalizan. También las que se organizan en fines de semana cercanos. Sin ir más lejos el Gran Trail Peñalara, para el que tradicionalmente el MAM solía servir de test a tres semanas de su celebración. Este año sólo hay dos semanas de distancia.


Pero hay más. En esta época de carreras XXL, los 42 kilómetros del "maratón más duro del mundo" se quedan en tierra de nadie para muchos. Demasiado corta para los que buscan el ultra, demasiado larga para los que empiezan. Irónico, pero no es el único caso. La también veterana Puyada Oturia, con sus 38 kilómetros, sufre año tras año una pérdida de corredores.

Otro aspecto a tener en cuenta es el presupuestario. En el MAM en concreto el apoyo institucional es mínimo, y el 95% del presupuesto sale de las inscripciones. Eso significa que publicitar la prueba y conseguir atraer a élites sea casi misión imposible, cuando cada día más su presencia es un imán para muchos participantes.

Y por último, y quizás la posible causa más cercana al MAM y por extensión a toda la Comunidad de Madrid, son las restricciones de Medio Ambiente. En el caso concreto del Maratón Alpino Madrileño, y a pesar de mantener el mismo trazado, año tras año es obligado a introducir modificaciones en él sin que esto asegure que finalmente se otorgarán los permisos. Algo que es habitual en Madrid, donde incluso hemos asistido a la suspensión de carreras el viernes anterior a su celebración. Con estos antecedentes es normal que la gente se piense muy mucho a qué carreras apuntarse.

Lo que sí es cierto es que, por primera vez, los dorsales del Maratón Alpino Madrileño no se agotaron en un día. Algo que, es opinión personal, no llego a entender cuando veo otras carreras que agotan dorsales o incluso recurren al sorteo. Las causas pueden ser muchas pero quizás una de ellas sea que la vaca está empezando a dar menos leche.


 
 

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