La fiebre de las carreras amables.


Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que las nuevas carreras que aparecían en el calendario pugnaban por ser la más dura, la más técnica, la más larga o la de mayor desnivel. Daba la impresión, incluso, que cuantos más abandonos se produjeran y más extremas fueran las condiciones, mejor.

De unos pocos años a esta parte, quizás en los dos últimos años, la tendencia está cambiando. Si ya es un hecho que las carreras por etapas, después de muchos años en tierra de nadie, han entrado con fuerza en el calendario la tendencia ahora es la de, como me gusta denominarlas, "carreras amables". Pruebas sin un excesivo kilometraje ni desnivel, cuyos recorridos son poco técnicos y que además ofrecen más alicientes al corredor además de la propia prueba en sí.

Puede que los precursores de este tipo pruebas fueran, hace ya diez años, los franceses del Ecotrail de París. Casi unos visionarios que apostaron por un formato de carrera que no tenía nada de especial en su recorrido pero a cambio ofrecía una meta en un iconos mundiales del turismo, la Torre Eiffel, y la posibilidad de combinar la participación en una ultra con unos días de turismo en una de las ciudades más visitadas. Prueba del éxito de la franquicia es que ciudades como Estocolmo, Oslo, Florencia o Madrid cuentan con su Ecotrail, todos ellos de características muy similares.


Y es que, al final, no todo es correr. Si el Ecotrail une trail y turismo, pruebas recientemente aparecidas como Ribera Run Race o Chianti Ultra Trail (cuya primera edición se organiza en la Toscana en marzo) nos proponen disfrutar de la cultura del vino con recorridos que transcurren entre viñedos y actividades paralelas antes y después de las carreras, de distancias "amables" entre cincuenta y setenta y cinco kilómetros.

Las Oxfam Trailwalker son otro ejemplo. Aunque ya con unas décadas a sus espaldas, su organización en España es relativamente reciente. Unos recorridos sin apenas desnivel unidos al aspecto solidario y al trabajo en equipo son su secreto. Madrid incopora además este año una distancia de 50 kilómetros, todavía más asequible.

Si es un cambio de tendencia o no lo veremos en los próximos años. Lo que sí es cierto es que el trail y las carreras por montaña han dejado de ser sólo desnivel y terreno técnico.

   
 

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